sábado, 28 de junio de 2014

De músicos y otras mierdas

De músicos y otras mierdas.


      El despertador suena a las ocho y media de la mañana, me despierto sobresaltada y lo paro sin dejar que vuelva a sonar. Despierto. Aparto la sábana y la ropa, busco algo limpio y que conjunte; no entiendo por qué la gente piensa que soy especial por vestir sin importar lo que piensen los demás. Cada mañana me visto para parecer una persona limpia a la que se le puede preguntar la hora por la calle.
Abotono todos los botones de la camisa y añado un jersey que intento alisar un poco con las manos. Se hace tarde. El profesor nunca hace nada por hacerse respetar así que no lo haré. A sabiendas de ir tarde me dispongo a ir caminando. Echo a andar calle abajo y cruzo el paso de cebra. Hago ademán de cruzar y el coche que se dirigía hacia mí para. Entonces sufro la sensación de que no frena e impacta contra mí, y sólo siento frío. Pero sólo es una sensación y cruzo. El reloj me dice que llego cinco minutos tarde y que el gato ha vuelto a dormir sobre mi jersey. Hago lo posible por deshacerme de sus malditos pelos pero no puedo.
Los gatos están bien o eso creo. Mi gato es vago y maleducado, se acerca a mí un par de veces pero por poco tiempo, y se vuelve a marchar. Cuando ve revolotear a cualquier insecto con alas me mira y maúlla para que lo cace para él. Entonces lo hago y se lo come. Sentir que soy necesaria para algo me tranquiliza. Además, cuando llego de madrugada tras haberme descubierto en el fondo de demasiados vasos sólo me mira, no me juzga. Si él pudiera haría lo mismo.

Llego tarde, pero da igual.

Pasa el día.

Llega la tarde y me quedo por la biblioteca, no me apetece encerrarme entre paredes que no me respetan. Cojo un libro cualquiera y me siento. Me cuesta leer por lo general; si los escritores son malos siento perder mi tiempo, si son buenos me doy cuenta de que no valgo para nada. Hay formas de sentir que sin talento, sólo te hacen ser una loca más. Sin duda es un buen libro. A la mitad lo dejo en la estantería y cuando salgo ya ha oscurecido. Camino hasta el bar de los conciertos, entro tarde otra vez, me cobran entrada. Me siento en la barra, señalo la botella y añado un con coca cola. Los músicos empiezan a tocar y la gente enloquece eufórica botando al ritmo de la batería. El bajo suena demasiado alto y comienza a metérseme en la cabeza, a doler.
Cuando acaba el concierto la barra comienza a llenarse, para entonces ya me duele la cabeza y no consigo mantener del todo abiertos los ojos. El bajista se pone a mi lado y me dice algo. Yo le respondo: músicos de mierda; a él le hace gracia. ¿Sabes esa sensación cuando estás en un lugar desconocido con alguien, de repente le pierdes y empiezas a buscar, a mirar todos los rostros con los que te cruzas buscando algo familiar desesperado? Pregunta. Eso es el amor. Responde. Sonríe. Vuelve a subir al escenario y yo ya no sé a dónde miro. Cuando acaba el concierto me invita a subir y entramos en una habitación mal iluminada que huele a ambientador. Me mira a los ojos y frunce las cejas antes de besarme. Entonces follamos, la primera vez no, la segunda, sin condón, me corro.
Ya por la mañana abro los ojos y me doy cuenta de que el cuarto no tiene ventanas. Hay una nota sobre la mesilla y unas tostadas con un vaso de zumo al lado. Arrugo la nota y la meto en el bolsillo sin leer. Bebo un sorbo antes de lanzar el vaso contra la pared y me marcho.

Paso por casa a coger dinero y poner comida al gato. Cojo el coche y aparco frente a la lavandería, Mahmoud trabaja en la parte trasera como tatuador. Él dice que todo está en regla y yo le creo. Cuando me ve entrar comenta que es la tercera vez este mes. Mierda de músicos.
Me quito el jersey y después la camisa. Ya tumbada en la camilla me mira a los ojos y pregunta. Respondo el costado izquierdo. Pensaba que ese lo reservabas para alguien especial, comenta mientras prepara las herramientas. ¿Estás celoso o qué? Se vuelve y sonríe:
-          No, me conformo con estar en el interior de tu muslo derecho. – Pasa la mano por él. – Cada vez pareces más una partitura con ojos tristes y corazón roto.

Mierda de músicos.